domingo, 12 de abril de 2015

Francisco a los formadores: 'Vivir con alegría y gratitud este ministerio'

“Vivir en Cristo según la forma de vida del Evangelio”

“Deseaba tener este encuentro” les dijo el Papa a los presentes, “por lo que son y representan en cuanto educadores y formadores, y porque detrás de cada uno de ustedes veo a nuestros jóvenes, protagonistas de un presente vivido con pasión y promotores de un futuro de esperanza”.
Dirigiéndose a los presentes en el Aula Pablo VI, el Santo Padre dijo que viéndolos tan numerosos, “no se diría que existe una crisis de vocaciones”. Si bien reconoció que “hay indudablemente una disminución en la cantidad” lo que “vuelve más urgente la tarea de la formación”, y preciso que esta debe “plasmar realmente en el corazón de los jóvenes el corazón de Jesús, para que tengan sus mismos sentimientos”.
El Papa indicó su convicción de que no hay crisis de vocaciones cuando “hay consagrados capaces de transmitir con el propio testimonio la belleza consagración”. Porque los consagrados más que maestros tienen que ser “testimonios como seguidores de Cristo en el propio carisma”. De aquí deriva la exigencia, añadió el Santo Padre, de “cuidar siempre la propia formación personal, a partir de la amistad con el único Maestro”.
Y precisó que  es necesario "retornar el encuentro con la propia Galilea, el estupor del primer encuentro, contrariamente está el peligro de no saber porqué estoy allí".
Francisco a los presentes les recordó además que “la vida consagrada es uno de los tesoros más preciosos de la Iglesia” y por lo tanto “es hermoso ser formador porque es un privilegio participar a la obra del Padre que forma el corazón del Hijo en aquellos que el Espíritu ha llamado”.
El Papa advirtió entretanto que sentir este servicio como un peso “es un engaño, una tentación”. Y reiteró que “es importante la misión, pero también formar a la misión” e “ir a cada periferia para dar a todos el amor de Jesucristo, especialmente a aquellos que están lejos, contarlo a los pequeños y a los pobres, y dejarse también evangelizar por ellos”.
Y si bien una de las cualidades del formador es la de tener un corazón grande para los jóvenes, “esto es posible solamente por medio del amor, el amor de padre y de madre”. Y precisó: “No es verdad que los jóvenes de hoy sean mediocres” sino que tienen que sentir que “se es más bienaventurado en el dar que en el recibir”.
Es necesario, ha precisado el Papa “ser exigentes en cada fase del camino de la formación, partiendo del discernimiento vocacional, para que la eventual crisis de cantidad no determine una crisis mayor, la de calidad”.
 Sin olvidar que hay personas que piensan a la vocación debido a que tienen algún desequilibrio y quieren algo fuerte que les ayude. Por ello a los que no tienen vocación," así como se les acompaña en la entrada, acompañarlos en la salida".
El papa invitó a entender la sabiduría de los religiosos ancianos, a visitarlos, porque esos ancianos son una Galilea. Así como a aquellos misioneros y misioneras que dan la vida, incluso en tantos lugares lejanos. 
La formación inicial, añade Francisco, es el primer paso de un proceso que durará toda la vida, por lo tanto el joven “va formado a la libertad humilde e inteligente de dejarse educar por Dios Padre cada día de la vida, en toda edad, en la misión como en la fraternidad, en la acción como en la contemplación”.
El Papa les agradeció el esfuerzo que los formadores realizan y les ha invitado a “vivir con alegría y gratitud este ministerio, con la certeza de que no hay nada más bonito en la vida que el pertenecer con todo el corazón a Dios, y dar la vida al servicio de los hermanos”.

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