"Ponme como un sello en tu corazón, como marca sobre tu brazo" |
LA ETERNA ALIANZA DE AMOR
La imagen que podéis contemplar mis queridos hermanos y hermanas, ha sido pensada para mí, el día de mi profesión perpetua, pero, vale para ti, que esperas ser feliz en el matrimonio o para ti que aún no sabes si te entregarás a Cristo o quizá para ti que ya has decidido hacerlo o para ti que no sabes qué harás con tu vida.
Léela así:
Se divide en cinco campos cromáticos: azul ultramar, violeta, rosa, amarillo y naranja, cada uno simbolizando una fase de la vida, una etapa de la ascensión hacia el misterio del amor eterno.
El azul, es la fase de arranque vital, la creatividad, fecundidad, capacidad de proyección, ideales, etc. es la fase del descubrimiento del potencial que Dios ha puesto en nuestras manos. Con él, podrás transfigurar el mundo.
Tras ella, la fase violeta, la entrada en la fase de responsabilización con sus exigencias de sacrificio, renuncia y entrega. Es la fase de darse cuenta que, se acabaron los juegos.
Luego, el rosa, la aceptación de todo ello y la felicidad de la entrega a los demás. Esa entrega, se plasmará en la entrega a alguien, ¿el esposo?, ¿la empresa, sea social, sea espiritual?, ¿Cristo?...Como quiera que sea, la entrega generosa, hará ver la vida rosa. Esta entrega, se simboliza en los dos círculos de alianza. Alianza esponsal, alianza de compromiso socio-religioso, alianza de consagración total de Tú y yo.
Esta alianza, sea cual sea, será siempre entre Cristo y un "yo" al que se le puede poner cualquier cara, cualquier esposo-a, profesión o misión y se convertirá en un "cáliz" en el que se hará presente el misterio del amor redentor: la comunión de entrega y siempre estará compuesto de tu mano y la "Suya", sin la tuya, nada puede hacerse, sin la suya, nada puede esperarse. Este cáliz, será un plato, un vaso en el que puedan comer todos. Debe de tener un manjar divino: el Amor de sacrificio, renuncia y entrega y el testimonio de Cristo.
Si haces de tu vida este vaso, entonces, tu vida irradiará la vibrante fuerza de la luz, el amarillo y el blanco, colores de la luz, la gloria, la santidad. Serás una lámpara en el mundo, en tu mundo. Alguien oraba así: "Señor, si no puedo ser un sol para la tierra, que al menos, sea una bombilla en mi casa"
Irradiante tu vida, comenzará a coger las tonalidades del fuego. Ya no serás solo luz, sino calor, ese calor que acoge, que mantiene la vida, sea en tu seno de madre, sea en tu corazón de consagrado-a, sea en tu puesto de trabajo. Serás ese sol de invierno al que se busca para paliar el frío del desamor envolvente, en un mundo de intereses egoístas. Y así, cuando tu vida sea calor sagrado, luz divina, se acercará a calentarse, a quitarse el frío del desamor el que, pasa las noches al relente, esperando en nuestra puerta el ...si ahora te Señor!
Si le abres, le encontrarás al otro lado de la puerta...entrará y se sentará a tu mesa, compartirá contigo la mesa, esa mesa de amor que ya no estará en nuestro mundo, sino en el de los querubines, porque, donde el entra, está el cielo. Allí, ya no serás luz, serás fuego divino. Serás ese atardecer que embriaga a quien le contempla, que hará extasiarse al sediento de belleza eterna que no se contempla con los ojos, sino con el alma.
Esto he querido compartir contigo. En Él me quiero hacer cáliz y quiero convertirme en luz, luz de sacrificio, renuncia y entrega, en Él quiero convertirme en fuego de amor, para que te calientes en los largos días del invierno de este mundo frío de desamor. Cuando contemplarás esta imagen acuérdate de mí y al igual que yo lo haré por ti...tú, reza algo por mí.
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