Regla definitiva de los Frailes
Menores. Es conocida como Regla
bulada, porque el Papa la aprobó
y confirmó con la bula “Solet
annuere”. El pergamino original
se conserva en Asís, en la
capilla de las reliquias de la Basílica de San
Francisco. Esta
forma de vida según el santo
Evangelio, aprobada por la
Iglesia ,
ha sido fuente de inspiración
para una verdadera multitud de
hombres y mujeres, de toda clase
y condición, que a lo largo de
ocho siglos no han buscado otra
cosa que seguir, como
Francisco, las huellas y el santo
Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo en fraternidad. Es por
esto que en este día, en el que
Francisco y sus hermanos
recibieron la aprobación de la
Regla , se celebra la fiesta de todos los santos de la
Orden. La Iglesia los reconoce como
punto de referencia, ánimo y consuelo para el camino de la santidad
cristiana. Ellos son quienes más
luminosamente nos hablan de Dios. Te rogamos, Señor, por su
intercesión:
San Francisco de Asís, padre y
hermano nuestro en los caminos del santo Evangelio y en el
seguimiento de la pobreza y la
humildad del Hijo de Dios. Ayúdanos a amar cada día más al Señor Jesús,
verdadera y única riqueza por la
que vale la pena dejarlo todo.
Santa Clara de Asís, sierva de
Cristo y pequeña planta del padre Francisco. Enséñanos a conocer
el amor del Dios que pobre fue
colocado en un pesebre, pobre vivió en este mundo y desnudo murió en la
cruz.
San Antonio de Padua, infatigable
predicador de la Verdad
del Evangelio; valiente defensor de los
pobres y débiles. Muéstranos el
camino de la fe que obra por medio de la caridad.
Santa Isabel de Hungría, que
rechazaste las riquezas para abrazar la pobreza con Cristo pobre;
mujer fuerte que te desviviste en
el servicio a los más débiles e indefensos. Enséñanos a buscar los
bienes que no pasan.
San Buenaventura, amigo íntimo de
Dios que nos dejaste un camino seguro para llegar a la
contemplación y comunión con Él;
Doctor de la Iglesia
por tu sabiduría y santidad de vida. Ayúdanos a
reconocer las huellas de Dios en
la obra de sus manos.
San Luis de Tolosa, que
renunciaste a la corona real para abrazar la vida de los Hermanos
Menores; joven obispo que
rehusaste habitar en palacios para rodearte de pobres y mendigos.
Enséñanos a amar a la Iglesia y a sus ministros
con fidelidad.
San Bernardino de Siena,
apasionado predicador del Nombre de Jesús, el único que puede
salvar. Ayúdanos a anunciar con
valentía a Jesucristo, Hijo amado de Dios y Salvador nuestro.
San José de Copertino, atravesado
por un profundo amor a Cristo presente en el Misterio
eucarístico; humilde y paciente
en la incomprensión y en la adversidad. Enséñanos a poner toda nuestra
confianza en el Señor.
San Pedro de Alcántara, de
oración continua y de vida pobre y penitente. Ayúdanos a
renovarnos constantemente en el
espíritu del Evangelio, nuestra vida y regla.
San Maximiliano Kolbe, enamorado
de la Inmaculada
Madre de Dios; mártir de la caridad en el
infierno de Auschwitz. Enséñanos
a amar a la Virgen María
y a acercarnos siempre confiados a su
corazón de Madre, para aprender
de ella el camino de la entrega y del servicio humilde a los hermanos.
San Pío de Pietrelcina, llamado a
colaborar de modo peculiar con Cristo pobre y crucificado en la
obra de la redención. Acrecienta
en nosotros un amor cada vez mayor a Cristo, Cordero de Dios que quita
el pecado del mundo, y a la
solidaridad concreta con el prójimo.
Beatos Alfonso y compañeros
mártires, testigos de la locura de la cruz en nuestros días. Rogad
por nosotros, para que el
testimonio elocuente de amor a Jesucristo que sellasteis con vuestra propia
sangre en la restauración de la Provincia de España, sea
semilla de nuevas vocaciones consagradas.
Todos los santos y santas de la Orden franciscana, rogad por
nosotros ante el Padre de las
misericordias para que,
encendidos y purificados por el fuego del Espíritu Santo, podamos seguir las
huellas de su amado Hijo, nuestro
Señor Jesucristo, todos los días de nuestra vida.
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