domingo, 8 de junio de 2014

PENTECOSTÉS

En este día, cincuenta después de la Pascua de Resurrección, celebramos el cumplimiento de la promesa de Jesús a los apóstoles:”cuando me marche os enviaré mi Espíritu, que os recordará todo lo que yo os he dicho. Y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”

¿Qué efectos produjo en los apóstoles? Perdieron el miedo, se afirmaron en que Jesús estaba con ellos, y salieron al mundo a predicar el Evangelio.

Desde entonces, el Espíritu de Jesús, el Espíritu santo, está también en cada uno de nosotros, y asiste a la Iglesia en su difícil caminar a través de la historia. Con la venida del Espíritu podemos decir que comenzó la Iglesia. Los apóstoles fueron creando comunidades cristianas por todo el mundo conocido entonces.

San Pablo, en la primera Carta a los fieles de Corinto, les dice: “¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?”

Nosotros recibimos el Espíritu Santo en el Bautismo, y después, nuevamente, en la Confirmación. Él es el que nos propone las buenas obras, el que nos da fuerzas para ser seguidores y testigos de Cristo.

En el rezo del Credo decimos: creo en el Espíritu santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas”. Es una buena confesión de fe en el Espíritu. Siempre que nos santiguamos lo hacemos:”En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

Hemos dicho que somos templo del Espíritu Santo. Por eso, todo cristiano tiene una dignidad altísima, porque en él habita el Dios-Espíritu Santo. Y por eso mismo, toda persona merece un gran respeto. Con esta fiesta de Pentecostés, decíamos, que se da por concluido el tiempo Pascual. La importancia de la Pascua, de la Resurrección del Señor, es tan importante, que los cristianos la celebramos durante cincuenta día. Durante todo este tiempo, el cirio pascual ha estado encendido en las Eucaristías, como signo visible de esa resurrección. A partir de ahora, sólo se encenderá para los bautizos y los entierros. El cirio representa a Cristo resucitado, luz del mundo.


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